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Igualada, municipio y capital de la comarca de Anoia, se encuentra extendido a la izquierda del río Anoia, en el curso medio.
Se ubica en el centro de la cuenca de erosión que recibe el nombre de la Cuenca de Òdena. El municipio limita al oeste con Jorba, al norte y al este con el término de Òdena, al sureste con Vilanova del Camí, y al sur con el término de Santa Margarita de Montbui. El relieve del término igualadino es poco accidentado, sólo roto por algunas alineaciones de colinas. Buena parte de estos relieves corresponden a afloramientos de yesos, que han sido tradicionalmente aprovechados para la obtención de cal.
El sector de los servicios pasó a concentrar el 54% de la población ocupada a principios del siglo XXI. Los subsectores que han experimentado un mayor crecimiento son el comercio, la hostelería, las reparaciones y los servicios a las empresas. La importancia mercadera de Igualada, que había jugado un papel determinante en la configuración de la ciudad medieval, ha continuado siendo durante el siglo XX uno de los principales signos de su capitalidad comarcal. El área de atracción del mercado de Igualada constituye la principal concentración de comunicaciones, centros comerciales y servicios profesionales y sanitarios de toda la comarca.
La ciudad de Igualada está en el lado izquierdo del Anoia, a 284 metros sobre el nivel del mar. El origen del actual núcleo urbano debe situarse en el transcurso del siglo X. Las primeras edificaciones se aglomeraron en torno a un núcleo originario formado por una iglesia y una rudimentaria fortificación, en un principio en dirección noroeste siguiendo la ruta Òdena-Montbui. A partir del siglo XIII, y a medida que el camino de Barcelona a Lleida ganaba importancia, las edificaciones tendieron a alinearse de acuerdo con este nuevo eje, en dirección a poniente. Esta atracción persistente de la edificación hacia la banda de poniente probablemente estaba determinada por la existencia de un primitivo mercado situado a extramuros. Desde finales del siglo XIII se configuró en este sector un arrabal a ambos lados del camino carretero, que debía ser el embrión de la calle de la Plata. En cambio, por el lado de levante el progreso de la edificación era dificultado por la existencia de la fuerza o mota, el primitivo recinto fortificado que durante mucho tiempo debió representar un papel fundamental en la defensa de la villa.