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Ya desde el paleolítico se tiene conocimiento de núcleos habitados en la zona que actualmente ocupa el término municipal. Durante la época medieval, Llagostera -sólo configurada por el casco antiguo cercado por la muralla- se convirtió en baronía en el año 1375. A partir del siglo XVIII gracias a una prolífica industria corchera, que fue durante muchos años el motor de la economía, Llagostera no ha dejado de crecer hasta convertirse hoy en un municipio de más de 6.000 habitantes.
La plaza del Castell acoge, desde 1982, un monumento que recuerda los tiempos en que la villa fue gratificada con el privilegio real. Éste se concedió a Llagostera y a Caldes de Malavella en 1241, cuando ambos municipios formaban una alcaldía real. El privilegio, que redimía a los habitantes de las dos poblaciones de ciertas cargas feudales, fue ratificado posteriormente por Carlos IV, en 1793. La iglesia de San Félix data del siglo IX, aunque los restos del templo original son escasos. Del altar construido a finales del siglo XV, dedicado a Sant Julià, no queda ningún vestigio, así como tampoco del retablo mayor barroco que fue destruido por la guerra civil. Actualmente, el templo, de fachada barroca, está configurado por una nave gótica con capillas laterales. La capilla del Sagrat Cor es de la década de 1950.
El barrio de Reramur ilustra perfectamente la configuración medieval de la villa dentro de la muralla que antiguamente marcaba los límites del pueblo en torno al castillo y la iglesia.