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Construido en alabastro de Beuda y datado a mediados del siglo XV, el retablo de la Basílica de Santa María fue obrado por un grupo de artesanos de entre los que sobresale el francés Ponç Gaspar. Se considera una obra de influencia borgoñona. Básicamente, consta de un zócalo liso, un cuerpo avanzado en el centro que corresponde al tabernáculo, y un conjunto de paneles escultóricos formando dos pisos. Los del piso inferior muestran figuras de ángeles y los del piso superior, escenas de la Pasión coronadas con doseles. La imagen de la Virgen Candelaria que preside el conjunto es anterior, probablemente de inicios del mismo siglo, y de estilo muy distinto. Está enquibida dentro de una hornacina hecha por Vicenç Borràs hacia finales de siglo. El retablo está, de hecho, inacabado ya que faltan las dos alas que debían flanquear la hornacina.

Se sabe que desde los inicios del siglo XV hubo un órgano en la basílica. El actual fue construido a partir del año 1803 por Domènech Cavaillé y su padre, Joan Pere Cavaillé, procedentes del Languedoc. Fue terminado en 1854 por Gaietà Vilardebó. Dañado en la Guerra Civil, entre 1976 y 1981, Gerhard Grenzig restauró la sillita y el teclado, con los esfuerzos del párroco de la parroquia mosén Salvador Pagès. Años después, con cura Àngel Sunyer, se continuó la restauración del resto, terminada en el año 2004.