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Saliendo de la ciudad, se puede llegar hasta Batet de la Serra. Allí podrá pisar la colada de lava que proviene del volcán Croscat, donde crece el hayedo de Jordà con una vista panorámica excepcional de todo el Pirineo catalán.
Olot es una ciudad para pasear, llena de pequeños rincones con encanto y, al mismo tiempo, es un buen punto de salida de muchas rutas señalizadas para realizar excursiones a pie por toda La Garrotxa. Otra buena forma de conocer la comarca es en bicicleta. Una de las rutas más destacadas es la Via Verda, el trazado que aprovecha el recorrido del antiguo tren que conectaba Olot y Girona pasando por la antigua estación del tren inaugurada el 14 de noviembre de 1911 y en activo hasta 1969.
La villa medieval de Olot se desarrolló en el siglo IX en torno a una iglesia románica ubicada donde actualmente se encuentra el santuario del Tura. Los terremotos del siglo XV destruyeron buena parte de la villa antigua y, por este motivo, se procedió a reconstruirla fuera de la muralla, con todas las calles que convergían en la plaza Mayor. En el casco antiguo de la ciudad se encuentran diferentes edificios de interés. Olot se caracteriza por una voluntad constante de diálogo con el entorno, donde la arquitectura se integra con el paisaje.
Las características volcánicas de la tierra hacen que el suelo sea fértil y de gran riqueza. Unas características y propiedades que repercuten en la cocina de la comarca, donde cultura y naturaleza se encuentran en el plato.
La Cocina Volcánica acoge a diferentes restaurantes asociados, defienden y promocionan el territorio y toda su área agroalimentaria, utilizando productos cultivados, criados y elaborados de forma artesanal en toda la comarca.