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El río Ripoll nace en la sierra de Granera, en concreto en el Sot del Galí, a 640 metros de altitud, dentro del término de Sant Llorenç Savall, y vierte sus aguas en el Besòs, en el término de Montcada, a tan sólo 35,5 metros de altitud. Ahora bien, la mayor parte de los torrentes que alimentan el Ripoll -como la Carda o el Matalonga- nacen en el macizo de Sant Llorenç del Munt, donde encontramos la máxima cota de la Cuenca del Besòs, es decir, los 1.101 metros de altitud de la Mola.
Todos estos torrentes se encajan entre los conglomerados de Sant Llorenç y dan lugar a un gran número de grietas y simas que provocan que la circulación subterránea de las aguas sea mucho más importante que la superficial. Las características geológicas y climatológicas propias del Ripoll hacen que sólo circule agua por los torrentes después de las lluvias y, por tanto, el bosque de ribera (gatelledes y omedes) es exclusivo de algunos rincones del Ripoll y de algunos torrentes que bajan del macizo de Sant Llorenç del Munt.
El Ripoll entra en la llanura vallesana por Castellar del Vallès, y sigue su curso adentrándose entre las terrazas que el mismo río ha formado a lo largo de su historia, aunque toma formas más onduladas. La actuación del río sobre los terrenos aluviales de la llanura vallesana ha provocado una erosión que ha degenerado la existencia de dichas terrazas, meandros, taludes y cornisas. Antes de llegar a su confluencia, y por su margen derecha, el Ripoll tiene como máximo afluente la riera de Sant Cugat, que nace entre los bosques de la sierra de Collserola.
La cuenca del Ripoll tiene 243 km2 y está situada en la parte más occidental de la Cuenca del Besòs. El caudal medio anual del Ripoll es 1,19 m3/seg. y tiene un recorrido de 39,5 km. Por tanto, es un río con poco caudal y mucha irregularidad y torrencialidad, lo que genera pocas avenidas, pero muy intensas.
En lo referente al uso del territorio, encontramos dos realidades bien diferenciadas. Por un lado, la montaña ha perdido prácticamente el paisaje en mosaico y se está convirtiendo en un territorio eminentemente forestal, lo que genera una mayor fragilidad frente al riesgo de incendio. Por otro lado, tenemos la llanura, donde el río pasa alrededor de áreas urbanas muy pobladas, como Castellar del Vallès, Sabadell, Barberà del Vallès, Cerdanyola del Vallès y Ripollet.
La mayor parte de las terrazas del Ripoll han estado ocupadas por la actividad agraria e industrial. En el tramo medio del Ripoll encontramos un interesante patrimonio cultural que va ligado al río, como son los molinos harineros y las industrias textiles del siglo XIX.