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La parte de la ciudad extendida a la orilla izquierda del Onyar, surgida a partir del núcleo del Mercadal, es la Girona moderna, mucho más despersonalizada que la Girona vieja. Posee, sin embargo, lugares interesantes, como la plaza de Sant Agustí (oficialmente de la Independencia) o el parque de la Devesa, y algunas edificaciones singulares.
Entre los edificios más destacados de esta zona de la ciudad, cabe mencionar el Hospital de Santa Caterina, llamado de las Comarcas Gerundenses en tiempos de la Segunda República. Impulsado por el obispo Josep Ninot, se colocó la primera piedra en 1666, pero la iglesia, construida a gastos del doctor Narcís Cassart, arcediano de la sede, no fue bendecida hasta 1679. La fachada es neoclásica, de piedra, con magníficos sillares bien cortados que forman un conjunto austero y elegante. Tiene una escalinata con acceso desde el gran patio interior construida en 1678. En el edificio original, en 1781 se añadió la casa de convalecencia. La farmacia del establecimiento, transformada en una sección del Museo de Arte, corresponde a los siglos XVII-XVIII. Este antiguo hospital, sucesor de un hospital aún más antiguo del mismo nombre que existía en el siglo XII, mantuvo las funciones hospitalarias y caritativas hasta su cierre definitivo, en 2004. Es sede administrativa de la Generalidad de Cataluña. En 2013 fue declarado Bien Cultural de Interés Nacional.
El edificio del viejo Hospicio fue iniciado en 1776 e inaugurado en 1785. La institución había sido fundada en 1763 por el noble Ignacio de Colomer y de Cruïlles y ampliada notablemente por el obispo Tomás de Lorenzana con la construcción de este gran casal proyectado por Ventura Rodríguez. Durante el siglo XIX, una parte del edificio fue utilizada como hospital militar, funcionando también unos talleres gráficos. Actualmente se ha convertido en un centro de cultura en el que están instalados algunos de los servicios culturales más importantes de la ciudad, como la Biblioteca Pública de Girona. Arquitectónicamente, el edificio, de planta cuadrangular, es sobrio y bien equilibrado.
La iglesia de Sant Josep, en la zona meridional próxima a los límites del antiguo término de Palau-sacosta, es un edificio moderno, bendecido en 1952, de planta rectangular y de una sola nave. Entre los edificios públicos de diferentes épocas, cabe mencionar el antiguo edificio del Banco de España, en la plaza del Marqués de Camps, diseñado por Martí Sureda; el edificio de Correos (1920-22), coronado por una airosa y pequeña cúpula y que contiene esculturas realizadas por Frederic Marès; los grupos escolares Joan Bruguera (1911) e Ignasi Iglésias (1932), éste último en la montaña de Montjuïc y diseñado por Ricard Giralt; el mercado de víveres (1942), obra del propio Giralt y de Joan Gordillo, y el edificio de la Hacienda (1955), proyectado por Carlos Sobrini de acuerdo con los modelos de la arquitectura oficial.
La arquitectura noucentista de Rafael Masó ofreció muestras significativas con la edificación de la Farinera Teixidor (1910-11), en la carretera de Santa Eugenia; ha sido rehabilitada por el arquitecto Arcadi Pla (se ha conservado la casa familiar de los Teixidor pero no las viejas naves industriales). Cabe mencionar también la casa de la Punxa (1918-22), sede del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos, la casa Gispert Saüch (1921-23) y la casa Ensesa (1913-15). Las propuestas de los años treinta del siglo XX son aplicadas por Josep Claret, Ricard Giralt, Emili Blanch y Joan Roca.
Entre las obras representativas de este período racionalista cabe mencionar el chalet Tarrús, que data de 1935, obra de Josep Claret, la casa Blanch (1932) y la casa Puig (1934-35), obra de Joan Roca, y la escuela de Montjuïc. Como monumentos conmemorativos destacan el de Álvarez de Castro, basado en el proyecto de Antoni Parera, en 1894, y el del León, conmemorativo de los asedios napoleónicos, en el ángulo suroeste del ya desaparecido baluarte de San Francisco, proyectado por Josep Ferrer e inaugurado en 1909.
El parque de la Devesa está situado entre el Güell, el Onyar y el Ter, en la zona noroeste del casco urbano. Tiene una extensión cercana a las 40 ha. y es la arboleda de plátanos más importante de Cataluña. En 1943 fue declarado parque artístico nacional. Ha sido objeto de descripciones y cantos de los poetas más importantes del país y de los prosistas más destacados. Lugar de recreo y actividades de esparcimiento, la Devesa ha cumplido, a lo largo de su historia, funciones muy diversas: desde zona forestal destinada a salvaguardar el lugar de las inundaciones de los ríos, en el emplazamiento actual de las ferias, pasando por diversas actividades militares, deportivas y populares.
Las primeras referencias documentales de la Devesa datan del siglo XV, en el que el rey Alfonso IV el Magnánimo hizo donación a la ciudad de los terrenos arenosos situados a ras del Ter. El nombre Devesa ya aparece documentado en la primera mitad del siglo XVI. Su origen como paseo data al menos de finales del siglo XVIII. Sin embargo, la arboleda ha sufrido una crisis importante, motivada por la edad de los árboles, el desvío del Güell y la poca atención que había recibido durante años. El deterioro del lugar fue causado, además, por la proximidad de los accesos de entrada a la ciudad, con el tráfico, la privatización de algunas zonas de la propia Devesa y la introducción de elementos arquitectónicos que le son extraños. Aparte del sector reservado a paseos y jardines, hay un pequeño monumento dedicado al escultor Fidel Aguilar.