Antigua capital de Liguria, Génova fue conquistada por Roma en el año 222 a. C. Fue ya sede episcopal durante el Bajo Imperio, dominio bizantino desde 533 y lombardo desde 641.

Desde 774 pasó al imperio Carolingio, y disuelto éste, a la Marca Obertenga y al imperio Germánico. La ciudad inició entonces el camino hacia la autonomía bajo la dirección de la Compagna, asociación mercantil y de mutua defensa de la pequeña nobleza y la burguesía local que, con sus cónsules, dio los primeros cuadros dirigentes al común naciente.

En 1056 el obispo, el vizconde y la nobleza local renunciaron a su jurisdicción, que fue asumida por el común, quien también se independizó políticamente de los marqueses y del imperio Germánico, lo que dio lugar al nacimiento de la república de Génova.

Con la decadencia de la república cayó bajo la influencia española, pero conservó la autonomía. En el siglo XVII luchó contra la casa ducal de Saboya, que intentó, sin éxito, su ocupación.

Sometida a Bonaparte (1797), siguió la suerte del Imperio. Quedó bajo el dominio de los Saboya (1815) hasta que fue incluida en el estado italiano en 1861 e inició una época de progreso y desarrollo.