La red hidrográfica italiana, dada la configuración del país, es pobre. El único río importante, tanto por la longitud como por el caudal y la cuenca, es el Po (625 kilómetros de longitud; 70.000 km2 de cuenca; 1.000 m3/s de caudal medio). El Po recibe por la izquierda los afluentes alpinos, cuya crecida máxima se registra en verano, y por la derecha los afluentes apenínicos, con crecidas en invierno y primavera.
El segundo río italiano es el Adige (410 kilómetros), también alpino, que drena la vertiente sur de los Alpes Réticos. Otros ríos alpinos son el Brenta, el Piave y el Tagliamento. En la península los ríos son de escasa importancia, excepto el Tíber y el Arno, que han podido desarrollar una cuenca más grande, gracias a la anchura del sub-apenino en la vertiente tirrénica. En la vertiente adriática, los ríos son más cortos y paralelos entre ellos. En el sur son muy irregulares, de tipo torrencial.
En Sicilia y en Cerdeña los ríos principales son el Salso y el Tirso, respectivamente. Los lagos están principalmente (y muy numerosos) en la zona prealpina. Son de origen glacial y ocupan cubetas tectónicas; se destacan el Garda (370 km2), el más importante, el Mayor y el Como. En la península, el más importante es el Trasimeno.