Los tiburones blancos son depredadores conocidos por sus dientes afilados y potentes. Sus dientes son largos y delgados, y están diseñados para cortar y triturar la carne de sus presas. Los tiburones blancos tienen cinco filas de dientes en cada mandíbula, y cada fila consta de unos 50 dientes. Los dientes del tiburón blanco son cónicos y tienen bordes cortantes que les permiten cortar fácilmente a través de la carne y el hueso de sus presas. Los tiburones blancos tienen un ciclo de vida continuo de reemplazo de dientes.
Además de sus dientes afilados, los tiburones blancos tienen una mandíbula potente y un sistema nervioso altamente desarrollado que les permite detectar la presencia de sus presas y cazar de manera efectiva. También tienen una gran cantidad de músculos faciales que les permiten abrir y cerrar la mandíbula con gran fuerza, lo que les permite agarrar y mantener a sus presas mientras las devoran.
En general, los dientes del tiburón blanco son una de las características más importantes de estos depredadores, ya que les permiten cazar y alimentarse de una amplia variedad de presas. Sin embargo, es importante recordar que aunque los tiburones blancos son temidos por su reputación de depredadores peligrosos, son animales que ocupan un lugar importante en la cadena alimenticia marina y desempeñan un papel vital en el equilibrio ecológico del océano.