El ajo se cosecha generalmente en el otoño, después de que las hojas se hayan vuelto marrones y se hayan secado. Esto suele ocurrir a finales de septiembre o principios de octubre, dependiendo del clima y de la ubicación geográfica. Es importante dejar que el ajo se seque y cure adecuadamente después de la cosecha para que tenga una buena durabilidad y sabor. Para hacer esto, se recomienda colgar los ajos en un lugar fresco y seco durante unas semanas antes de almacenarlos.