El absolutismo es una forma de gobierno en la que el monarca o el Estado tienen un poder absoluto y no están limitados por leyes o instituciones. El rey o el Estado tiene la autoridad final y toma decisiones sin la consulta o el consentimiento de otros grupos o individuos.
El parlamentarismo, por otro lado, es un sistema de gobierno en el que el poder político radica en un parlamento elegido por el pueblo. El parlamento es la principal institución política y es responsable de hacer leyes y controlar al gobierno. El gobierno, a su vez, es responsable ante el parlamento y debe rendir cuentas de sus acciones.
En general, el absolutismo se caracteriza por un poder concentrado en una sola persona o entidad, mientras que el parlamentarismo se basa en la división del poder y la rendición de cuentas a través de instituciones representativas. Ambas formas de gobierno tienen sus ventajas y desventajas, y han sido utilizadas en diferentes contextos históricos y políticos.