El arte mesopotámico se desarrolló en la región comprendida entre el río Tigris y el río Éufrates, en la actual Irak, y abarcó un período de varios miles de años. Durante este tiempo, se construyeron numerosas obras arquitectónicas impresionantes, algunas de las cuales son las siguientes:
Ziggurat: estas eran torres escalonadas de varios pisos, construidas con adobe o ladrillos de arcilla. Se cree que se utilizaban como templos religiosos, y algunos de los más famosos incluyen el ziggurat de Ur y el ziggurat de Etemenanki en Babilonia.
Palacios: los reyes mesopotámicos construyeron impresionantes palacios para su residencia, algunos de los cuales incluyen el palacio de Asurbanipal en Nínive y el palacio de Sargón en Akkad.
Templos: existían muchos templos religiosos en Mesopotamia, algunos de los cuales eran grandes estructuras con columnas y salas para ceremonias religiosas. El templo de Inanna en Uruk es un ejemplo de uno de estos templos.
Tumbas: los reyes y nobles mesopotámicos eran enterrados en grandes tumbas, algunas de las cuales eran verdaderas obras arquitectónicas. La tumba de puerta de la ciudad es un ejemplo de una de estas tumbas reales.
Murallas: las ciudades mesopotámicas estaban rodeadas por impresionantes murallas para protegerlas de los invasores. Un ejemplo de una de estas murallas es la muralla de la ciudad de Ur.
En general, la arquitectura mesopotámica era muy impresionante y utilizaba técnicas avanzadas, como arcos, bóvedas y columnas, así como también decoraciones con relieves y pinturas. Aunque muchas de estas estructuras han desaparecido, aún quedan algunas que se pueden ver hoy en día y que son consideradas como una de las mayores contribuciones de la civilización Mesopotámica a la historia de la arquitectura.