Los templos de Mesopotamia eran edificaciones religiosas construidas por las civilizaciones que habitaron esta región, como los sumerios, asirios y babilonios. Estos templos eran dedicados a diferentes dioses y diosas, y se caracterizaban por tener una estructura jerárquica.
La planta de los templos mesopotámicos solía ser rectangular y estaba dividida en diferentes secciones, cada una dedicada a un dios o diosa específico. El área más sagrada del templo se encontraba en la parte trasera y se llamaba «santuario», donde se encontraba el símbolo del dios o diosa al que estaba dedicado el templo.
Los templos también solían contar con una serie de patios, salas y salones, donde se celebraban ceremonias religiosas y otras actividades. Además, los templos solían estar rodeados de jardines y fuentes, y algunos también contaban con zoológicos y acuarios.
En cuanto a la arquitectura, los templos mesopotámicos solían ser construidos con ladrillos de barro cocido, aunque algunos también utilizaban piedra. Los templos más grandes y elaborados solían tener varios pisos y estar decorados con relieves y esculturas que representaban a los dioses y diosas a los que estaban dedicados.
En general, los templos de Mesopotamia eran una parte importante de la vida religiosa y social de las civilizaciones que los construyeron, y su estudio nos permite conocer más acerca de las creencias y prácticas religiosas de estas civilizaciones.