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La Fortificación de Boí, ubicada en el municipio de la Vall de Boí, es un monumento reconocido como bien cultural de importancia nacional. Este conjunto fortificado representa la historia y la relevancia estratégica que tuvo en épocas antiguas.
De la antigua muralla de Boí aún se pueden distinguir diversas estructuras. El acceso principal que conducía al antiguo camino de Caldes se encuentra actualmente en la plaza de la Iglesia. Asimismo, se pueden apreciar la torre del ángulo noreste, parte de la torre este y algunos vestigios de la esquina sureste. También se conservan fragmentos de la muralla que los conecta, así como un tramo en forma de L, separado del resto, que se encuentra entre dos colinas que en parte sostienen a la población. Se pueden encontrar señales de la muralla en un tramo de la calle del mismo nombre y en la fachada sur de las viviendas Rosa y Marco. No obstante, estas ruinas se encuentran parcialmente ocultas por construcciones como la Casa Torres, que incluso se ha incorporado al interior de una de las torres al realizar varias aberturas, y las viviendas Correies, Tomeva y Rosa. En el tramo aislado se pueden observar saeteras.
La totalidad del Valle de Boí forma parte del municipio de Barruera, que incluye los pueblos de Durro, Boí, Taüll, Cardet, Coll y Erill-la-Vall, además de Barruera. Boí contó con un castillo medieval del cual aún se conservan restos. Hacia el año 1381, Boí tenía 12 hogares y su señor era el noble Arnau d’Erill. El pueblo aún conserva algunos elementos de la antigua fortificación, como los vestigios de las torres y las murallas, así como un portal. La torre, de planta cuadrangular, muestra filas y aparejo irregular, y claramente le falta la coronación original que debió tener. Los muros están construidos con sillares de piedra local, reforzados y dispuestos de manera desigual.
El Portal de la Muralla es una entrada al casco antiguo de Boí que se encuentra adosada a dos viviendas. El arco es de forma semicircular y la bóveda presenta un perfil apuntado en su interior. Conduce a un estrecho patio donde a la derecha se encuentra una casa con dos arcos de medio punto. A través de un paso subterráneo bajo la casa, se accede al resto del centro histórico. Los muros están construidos con sillares de piedra local, reforzados y colocados de manera irregular.
La historia de la villa de Boí se remonta al año 1064, cuando se menciona en un acuerdo entre los condes del Pallars (el Sobirà y el Jussà). En 1079, los habitantes de «Bugino» prestaron juramento de fidelidad al conde Ramon IV del Pallars. A lo largo de varios siglos, la dominación de los Erill fue predominante en esta zona, y en el siglo XVII, estas tierras se mencionan como «propiedad del Conde d’Erill». Permanecieron bajo esta misma propiedad hasta la extinción de las señorías en el siglo XIX.
La Torre de la Muralla forma parte del recinto fortificado que fue reconstruido en el siglo XIII después de su destrucción. En la actualidad, debido a las sucesivas reformas que ha experimentado el lugar, estos muros casi han desaparecido y la torre se mantiene sola, rodeada por construcciones más modernas.