Los callos pueden tratarse con numerosos tipos de productos medicados en un esfuerzo por reducir químicamente la piel engrosada y muerta. La mayoría de estos productos se pueden comprar fácilmente en una farmacia.
Vale la pena señalar que todos estos productos comparten el mismo ingrediente activo, el ácido salicílico, el ingrediente más común utilizado en los productos de eliminación de verrugas y callos de venta libre. El ácido salicílico es un queratolítico. Esto significa que disuelve la proteína (queratina) que es responsable de compensar la mayor parte del callo y la capa gruesa de piel muerta que a menudo la encabeza.
Estos productos son seguros para la mayoría de las personas, pero tienden a irritar la piel circundante junto con otros efectos secundarios. Los tratamientos con ácido salicílico están disponibles en diferentes formas, que incluyen gotas, almohadillas, aplicadores, emplastos, entre otras.
Todos estos tratamientos harán que la parte superior de la piel se vuelva blanquecina y permita que el tejido espeso y muerto se recorte o se retire fácilmente. Esto hace que el callo sobresalga y duela mucho menos. En general, se recomienda que las personas con diabetes o en áreas con piel delicada o con mala circulación no utilicen ácido salicílico. En tales casos, la aplicación de ácido salicílico puede conducir potencialmente a la formación de úlceras en la piel. Un profesional de la salud puede ayudar a determinar si los productos a base de ácido salicílico son seguros para su uso en una persona en particular.
Asimismo, se pueden usar antibióticos con posibles incisiones y drenaje para callos infectados. Si su caso es avanzado o demasiado grave, entonces un médico recomendará el afeitado quirúrgico del callo, la extracción de cualquier hueso que sobresalga que cause el callo, así como la corrección de cualquier deformidad. No intente cortar o rasurar sus callos en casa. Esto podría conducir a una infección potencialmente peligrosa o fatal de los tejidos circundantes. Las cirugías de extracción de callos deben ser realizadas por un podólogo u otro profesional de la salud calificado.