El bombardero B-2 tiene una envergadura de ala de 52 metros, pero su tamaño aparente en una pantalla de radar es tan grande como el de un pájaro. No solo eso, sino que hace muy poco sonido y es difícil de ver, desde el suelo o desde el aire.
La construcción del bombardero utiliza compuestos de grafito, que atrapan las ondas de radar dentro del avión, y sus superficies exteriores no contienen partes planas ni ángulos rectos, lo que reflejaría el radar.
El escape caliente del avión se mezcla con aire frío antes de ser lanzado, lo que frena a los misiles que buscan calor. Sus motores también están ocultos en el interior del avión, donde su ruido es amortiguado por la estructura de la aeronave.
Incluso la forma del avión está diseñada para engañar al ojo. El resultado es un avión que puede volar en el territorio enemigo sin ser detectado.