La idea básica de usar electricidad para crear luz fue investigada por primera vez hace más de 200 años por el químico inglés Humphrey Davy.
Demostró que cuando la corriente eléctrica fluía a través de los cables su resistencia hacía que se calentaran hasta el punto de emitir luz. Pero también identificó el problema clave para crear la primera “luz incandescente” práctica: encontrar un material barato que ardiera a la vez que durara muchas horas.
El inventor estadounidense Thomas Edison a menudo se le atribuye la creación de la solución en 1879: la bombilla de filamento de carbono.
Sin embargo, el químico británico Warren de La Rue había resuelto los desafíos científicos casi 40 años antes. Utilizó filamentos finos, y por lo tanto de alta resistencia para lograr el brillo, y retrasó el desgaste al hacerlos de metal de alto punto de fusión sellados al vacío.
Sin embargo, su elección del platino caro para el filamento y las dificultades para lograr un buen tubo vacío hicieron que el resultado no fuera económico.
En 1878, otro químico británico, Joseph Swan, demostró públicamente la primera luz basada en carbono comercialmente viable, pero su uso de filamentos relativamente gruesos tenía un rápido desgaste.
La combinación de Edison de un diseño fino de filamento de carbono lo convirtió en el primero en resolver los desafíos científicos y comerciales del diseño de bombillas.