El miedo se remonta a la palabra «peligro», mientras que la etimología de la fobia es más emocionalmente extrema con la palabra «terror».
El miedo es generalmente vital para la supervivencia, ya que alerta a las criaturas con respecto al peligro real. Por otro lado, la fobia perjudica las áreas ocupacionales, sociales y otras de funcionamiento de un individuo, ya que la ansiedad experimentada es desmedida.
El peligro real provoca el miedo, mientras que una amenaza anticipada desencadena la fobia. Las personas con fobia imaginan agravios innecesarios que pueden justificar una intervención psiquiátrica.
El miedo se disipa cuando la fuente de peligro no está presente. Por el contrario, la ansiedad que se siente en la fobia persiste durante al menos seis meses.
En comparación con la fobia, el miedo está más asociado con los instintos, ya que es una respuesta emocional primitiva a algo aversivo o desconocido, ya que los bebés nacen con respuestas de miedo.