Tras la conquista turca del siglo XVI, Chipre recibió una importante afluencia permanente de turcos otomanos. Muchos soldados se convirtieron en dueños de fincas feudales, y hubo inmigración de Anatolia y Rumelia. Prácticamente no había matrimonios mixtos. Cada comunidad conservó su propia religión, idioma, vestimenta y otras características nacionales, y las principales ciudades y pueblos tenían sus barrios griegos y turcos. La guerra de 1974 tuvo el efecto de segregar casi por completo a las dos comunidades.
Las estimaciones de principios del siglo XXI indicaron que aproximadamente el 77% de la población era griega y aproximadamente el 18% eran turcos. El resto de la población incluía maronitas libaneses, armenios, británicos y otras nacionalidades.