Cada sustancia que se encuentra en nuestro universo existe en una de las cuatro fases, sólido, líquido, gaseoso y plasma.
El mejor ejemplo de líquido y gas en nuestra vida diaria es el agua, que es un líquido pero se convierte en un gas cuando le proporcionamos calor y lo llevamos a su punto de ebullición. El vapor que se produce es agua en estado gaseoso. Otra forma en que el agua se convierte en estado gaseoso es cuando tiene lugar la evaporación.
El líquido es ese estado de la materia donde la sustancia tiene un volumen definido pero no tiene forma y toma la forma del recipiente en el que se coloca. Las moléculas en un líquido están dispuestas libremente y pueden moverse fácilmente de un lugar a otro. Los líquidos tienen la propiedad especial de fluir. También tienen una propiedad conocida como humectante, que es una sensación de pegajosidad característica de todos los líquidos.
El gas es esa fase de la materia donde la sustancia no tiene forma o volumen propio. Los gases están formados por moléculas que tienen muy poca atracción intermolecular, por lo que se mueven libremente en todas las direcciones. Las moléculas de un gas poseen suficiente energía para superar la atracción intermolecular. Esto permite que las partículas se separen.
Los líquidos son menos compresibles que los gases ya que tienen una mayor atracción intermolecular.
Si tiene una masa de líquido determinada, tendrá un volumen definido que tomará la forma del recipiente en el que se coloca.
Por otro lado, el gas no tiene un volumen fijo y continúa expandiéndose en todas las direcciones a menos que se mantenga en un recipiente cerrado.