La religión jugó un papel importante en la cultura barroca. Durante el siglo XVII y XVIII, Europa estaba marcada por la Reforma protestante y la Contrarreforma católica, dos movimientos religiosos que tuvieron un gran impacto en la sociedad y en las artes. La Iglesia Católica, a través de la Contrarreforma, buscaba recuperar su influencia y control sobre la población, y para ello se valió de una serie de estrategias, como la propaganda religiosa a través de la pintura, la arquitectura y la literatura.
El barroco es conocido por su estilo grandilocuente y exagerado, y esto se ve reflejado en la religión de la época, con ceremonias y rituales elaborados y llenos de simbolismo. La figura del santo se convirtió en un tema recurrente en la pintura y la escultura, y se representaba de manera idealizada y a menudo con atributos divinos.
Además, el barroco también se caracteriza por un fuerte sentido de la dramatización y el teatro, y esto se reflejó en las ceremonias religiosas de la época, que se volvieron cada vez más elaboradas y espectaculares.
En resumen, la religión en el barroco jugó un papel fundamental en la cultura de la época, y se caracterizó por un estilo grandilocuente y exagerado, con ceremonias y rituales elaborados, una representación idealizada de los santos y un fuerte sentido de la dramatización.