Asentamiento lígur y colonia latina, Lucca fue ocupada por los lombardos y por los francos. Durante las luchas entre el papado y el imperio, Luca, al principio gibelina, se convirtió en güelfa en el período de su máximo esplendor (fin del siglo XII).
Desde el siglo XIV el estado de debilidad interior y de vacilaciones en política exterior se mantuvo, junto con el predominio de las corporaciones ciudadanas en el gobierno, hasta el siglo XVII, que, con la despoblación de la ciudad y el aumento de la población rural, los terratenientes se convirtieron en la clase dominante.
República aristocrática, al producirse la ocupación francesa se convirtió en principado. Por el tratado de Viena fue asignada a María Luisa de Borbón, cuyo hijo la cedió a la Toscana.
De la época romana queda el anfiteatro. La catedral (del siglo VI) fue restaurada en románico (siglo XI), y en gótico en el interior (siglo XV); contiene obras de Jacopo della Quercia, Ghirlandaio y Tintoretto.
Son románicas las iglesias de San Michele y de San Frediano (mosaicos en la fachada y una fuente bautismal notable). Hay museos, instalados en la villa Guinigi (siglo XV) y en el antiguo Palazzo del Governo (siglo XV; Pinacoteca Nazionale).