La política del hijo único en China fue legislada en el año 1979 por el gobierno chino como un método para controlar el crecimiento de la población.
La política fue promulgada para reducir la tensión económica, los problemas sociales y las implicaciones negativas para el medio ambiente asociadas con el rápido crecimiento de la población, que ya se acercaba a los mil millones de personas.
La política se implementó de manera uniforme y se hizo cumplir en 1980. Sin embargo, hubo exclusiones para las minorías étnicas, aquellos cuyo primogénito tenía una deformidad o una familia cuyo primogénito no era un niño. A esas familias se les dio permiso de tener otro hijo. Los niños de padres chinos nacidos en otros paises no contaban si no obtenian la ciudadania china.
La política fue bien apreciada en las zonas urbanas por las familias nucleares, sin embargo, las comunidades agrarias se resistieron.
Aquellos que se adhirieron a la política fueron recompensados generosamente con dinero o con oportunidades de empleo, en cambio, los que no, fueron castigados con enormes multas. Dichas sanciones se recaudaron como una fracción del ingreso anual de los habitantes urbanos y rurales. La nueva política requería que las mujeres tuvieran un anticonceptivo (DIU) después de tener el primer hijo.
La política del hijo único dejó de aplicarse en 2015. Se estima que desde su implementación, ha detenido entre 200 y 400 millones de nacimientos. China es una economía de rápido crecimiento, por lo tanto, hay un número creciente de personas ricas, un hecho que podría haber llevado automáticamente a una tasa de natalidad reducida, baja tasa de mortalidad y una mayor esperanza de vida.