Los síntomas de la anafilaxia pueden aparecer a los pocos segundos de la exposición, o demorarse entre 15 y 30 minutos y, a veces, incluso después de una hora o más, si el alérgeno es aspirina u otros medicamentos similares. Cuanto antes se presenten los síntomas después de la exposición, más severa será la reacción anafiláctica.
Los primeros síntomas de una reacción anafiláctica se asocian con la piel: enrojecimiento y calor, picazón (a menudo en la ingle o las axilas) y urticaria. Estos síntomas suelen ir acompañados de ansiedad, un pulso rápido e irregular, y una sensación de muerte inminente. Entonces la garganta y la lengua se hinchan, la voz se vuelve ronca y la deglución y la respiración se vuelven difíciles. También pueden aparecer síntomas de rinitis o asma, que pueden causar secreción nasal, estornudos, sibilancias y sonidos respiratorios anormales agudos, lo que empeora aún más los problemas respiratorios. También pueden desarrollarse efectos gastrointestinales, como vómitos, diarrea y calambres estomacales. El niño puede estar confundido y tener dificultad para hablar. En alrededor del 25 por ciento de los casos, los químicos que inundan el torrente sanguíneo causarán una apertura generalizada de los capilares (pequeños vasos sanguíneos), lo que provocará una caída de la presión arterial, mareos e incluso una pérdida de conciencia, que son síntomas típicos de la anafiláctica. El niño puede presentar un color azulado de la piel (cianosis), labios o lechos ungueales.
Después de que aparecen los síntomas originales, hay tres resultados posibles:
Los síntomas pueden ser leves y desaparecer espontáneamente o terminar rápidamente administrando medicamentos de emergencia. El episodio anafiláctico ha terminado para esa exposición en particular.
Después de la mejoría inicial, los síntomas pueden reaparecer después de cuatro a 12 horas (una reacción recurrente de fase tardía) y requieren tratamiento y monitoreo adicionales. Las reacciones de fase tardía ocurren en aproximadamente el 10 por ciento de los casos.
La reacción puede ser persistente y severa, requiriendo tratamiento médico extenso y hospitalización. Esta condición se produce en alrededor del 20 por ciento de los casos.