Tienes dos pulmones, y están ubicados en tu pecho, detrás de tu caja torácica. Aunque tienes dos, no son del mismo tamaño: el pulmón del lado izquierdo es más pequeño que el derecho. La diferencia de tamaño es para que tengas espacio para tu corazón.
El diafragma es un músculo en forma de cúpula que se encuentra justo debajo de los pulmones. Cuando el diafragma se aprieta, hace que los pulmones se agranden, lo que hace que entre aire en los pulmones. Cuando este músculo no funciona bien, la respiración se dificulta.
Hay alrededor de 600 millones de alvéolos en tu pulmones. Si los estiraras todos, ¡serían del tamaño de una cancha de tenis!
Células especiales en los pulmones producen mucosidad, cuyos pequeños vellos especiales en los conductos de los pulmones se mueven hacia arriba y hacia afuera. La mucosidad atrapa el polvo, la suciedad y las bacterias que respiras constantemente y es tu primera línea de defensa contra las bacterias que ingresan a tu cuerpo a través del aire.
¡Tus pulmones también son muy importantes para hablar! Justo encima de la tráquea hay un área llamada laringe. Este contiene las cuerdas vocales, dos pequeñas crestas que se abren o cierran, permitiéndote hacer sonidos agudos o graves.
Tu cerebro es en gran parte responsable de la rapidez con que respiras: detecta la cantidad de oxígeno en la sangre y la cantidad de desechos (dióxido de carbono) y hace que respires más rápido o más lento según esa información. Esto ocurre ya sea que estés durmiendo, caminando o corriendo una maratón, todo sin que tengas que pensar en ello.
Mantener tus pulmones saludables es muy inteligente, y muchas cosas pueden dañarlos, incluida la fuerte contaminación de las ciudades o el humo del tabaco.