Las alucinaciones no son necesariamente el síntoma de un trastorno mental. Pueden ocurrir a prácticamente cualquier persona, incluso en un estado mental saludable. Son, por ejemplo, la parte integral de algunas experiencias religiosas, y a veces la sociedad las considera normal.
Para clasificarse como síntomas de una afección mental, las alucinaciones deben estar presentes en el estado normal de un individuo.
En psiquiatría y psicología, los delirios se refieren a creencias y percepciones falsas, cuyo estímulo no está presente fuera del cerebro de un individuo. Generalmente son fijos y persistentes.
Los delirios se pueden dividir en varias categorías. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que los delirios se pueden definir de manera algo diferente cuando se aplican a afecciones mentales específicas. Los delirios experimentados por los pacientes con trastorno bipolar difieren en naturaleza y en sus efectos de los delirios experimentados por los esquizofrénicos, etc.
Las alucinaciones no pueden ser un síntoma único de una enfermedad mental o trastorno mental, porque pueden pasarle a cualquiera. Cuando estamos cansados, exhaustos o bajo la influencia del alcohol o las drogas, pueden aparecer alucinaciones. Por otro lado, los delirios son signos reveladores de una condición mental, como el trastorno esquizotípico de la personalidad o el trastorno paranoide.
Las alucinaciones, en su mayor parte, pueden explicarse e interpretarse, aunque solo sea en cierta medida. Los delirios, por otro lado, difícilmente pueden explicarse por la lógica. Es por eso que las personas que sufren esquizofrenia, enfermedad que se acompaña de fuertes delirios, rara vez se pueden tratar por completo. La naturaleza de los delirios sigue siendo en general un enigma tanto para los psicólogos como para los neurobiólogos.
Las alucinaciones no duran tanto como los delirios.