Hay cinco tipos diferentes de virus que causan el ébola y hay cinco tipos diferentes de protozoos que causan la malaria. Sin embargo, el ébola mata entre el 25% y el 90% de sus víctimas, mientras que solo el protozoo P. falciparum causa complicaciones en la malaria y lleva a la muerte. La malaria por P. falciparum puede matar hasta al 25% de los adultos y al 40% de los niños que afecta. Sin embargo, el tipo más común de malaria causada por los protozoos P. vivax, P. ovale y P. malariae suele ser suave y tratable con medicamentos antipalúdicos.
Los primeros síntomas del ébola pueden ser muy similares a la malaria. Los primeros síntomas del ébola incluyen fiebre, dolor de garganta, dolor muscular y dolores de cabeza. Esto puede aumentar rápidamente a vómitos, diarrea y erupciones, así como a la función renal y hepática alterada. En algunos casos, los pacientes muestran sangrado interno y externo, como exudación de las encías o sangre en las heces. Esto puede eventualmente culminar hasta la muerte entre seis a dieciséis días de síntomas.
Los síntomas de la malaria incluyen típicamente fiebre, fatiga, vómitos y dolores de cabeza. También puede incluir escalofríos, dolor en las articulaciones, anemia hemolítica, ictericia, hemoglobina en la orina, daño en la retina y convulsiones. En casos severos también puede causar piel amarilla, convulsiones, coma o muerte.
Otra diferencia entre los dos es la manera en que se propaga la enfermedad. El ébola solo se puede propagar a través del contacto con fluidos corporales, como sangre, saliva, moco, vómito, heces, sudor, lágrimas, leche materna, orina y semen de una persona infectada. El virus debe ingresar al cuerpo de la persona no infectada a través de la nariz, la boca, los ojos, las heridas abiertas, los cortes y las abrasiones. La malaria, por otro lado, solo se puede propagar a través de la picadura de un mosquito hembra. La saliva del mosquito transfiere el parásito a la sangre de la persona, los parásitos luego viajan al hígado donde maduran y se reproducen.