Se dice a menudo que la gracia es una bendición que no merecemos necesariamente. En el ámbito del cristianismo, esto se define como el amor de Dios que se ha otorgado al hombre, a pesar de sus propios defectos y la fragilidad del pecado. También se puede describir como la generosidad que recibimos, aunque de forma inesperada.
La misericordia se define como la fortaleza o compasión mostrada a alguien que ha hecho algo malo. Abarca el perdón en términos de alguien que comete un error y acepta la falla que fue cometida por uno mismo o por otra persona. Es un acto en el que uno muestra tolerancia y bondad hacia alguien. En la fe cristiana a menudo se dice que la misericordia es dar compasión a alguien sobre quien tienes autoridad.
La gracia es un favor no merecido, que básicamente es recibir algo que no mereces. En un concepto religioso, es el hecho de que Dios le dio al hombre tantas bendiciones sin siquiera pedir nada a cambio. Se hace puramente por amor absoluto. Estas bendiciones vienen en formas que ninguna cantidad de auto sacrificio puede compensar para pagar esos regalos. La misericordia, por otro lado, se trata más bien de no recibir el efecto negativo esperado que realiza alguien, a pesar de que sabe que lo merece completamente.
Ambas son necesarias en términos de existencia holística y generalmente van juntas. Estos valores se basan en la larga historia del cristianismo, están profundamente arraigados en el núcleo integral de cada persona.