Todos sabemos que las hojas ayudan a las plantas a convertir los rayos del sol en alimento. Las hojas que caen al suelo no solo ayudan a proteger los árboles del frío invernal, sino que también ayudan a almacenar alimentos para el árbol. Las hojas tienen dos formas básicas: simple y compuesta. Esta clasificación está determinada por cómo se divide la lámina de la hoja.
Una hoja simple tiene una lámina (o cuchilla) indivisa. La forma de la hoja a menudo está hecha de lóbulos con huecos que no alcanzan la vena principal. En plantas y árboles con hojas simples, una sola hoja siempre crece en ramitas, unidas con la ayuda de un pecíolo. Una sola hoja está siempre unida a una rama y nunca se divide en grupos de folíolos más pequeños. Este tipo de hoja tiene un capullo axilar cerca del punto donde se encuentra con el tallo.
Las hojas compuestas tienen láminas que están compuestas de partes subdivididas y distintas llamadas «folíolos» que se dividen a lo largo de una vena principal o secundaria.
Las hojas simples tienen una sola hoja que está conectada por un pecíolo a una ramita. La lámina de la hoja no se divide en folletos individuales más pequeños. A diferencia de las hojas simples, las hojas compuestas se dividen en hojas separadas llamadas hojuelas. Estos folletos están unidos a un raquis o lo que también se conoce como vena media.