Tanto la leche materna como la fórmula trabajan a favor del niño. La leche materna es importante para un bebé, ya que ayuda a desarrollar la inmunidad y le proporciona una gran cantidad de minerales, proteínas y vitaminas que necesita para crecer.
La cantidad de leche y la composición de la leche difieren de madre a madre y dependen de la necesidad del bebé. A medida que el niño se retira de la leche, menos leche produce la madre y viceversa. Además, la leche materna también tiene anticuerpos que ayudan a desarrollar el sistema inmunológico del bebé y lo mantienen alejado de las enfermedades.
A menudo se aconseja amamantar hasta que el niño cumpla 1 año y, si es necesario, hasta la edad de 2 años. Después de esto, a menudo no hay necesidad de amamantar al niño, pero los padres pueden seguir haciéndolo, si así lo desean.
Para algunas madres, la lactancia materna no es una opción, ya que puede ser dolorosa o pueden sufrir una enfermedad o tener una condición médica en la que no pueden producir leche. Para estas madres hay otra opción más que la fórmula.
La fórmula también se puede usar además de la leche materna, donde el niño recibe ambos alimentos. La fórmula no puede reemplazar la leche materna como la mejor opción, pero es una buena alternativa o una fuente adicional de alimentos.
La fórmula está desarrollada para proporcionar a los bebés nutrientes, minerales y cualquier cosa que un niño en crecimiento pueda necesitar. Sin embargo, también carece de algunas cosas, como anticuerpos y ciertas proteínas.
La fórmula ofrece la vitamina D, que carece la leche materna. También hay otros beneficios de usar una fórmula, ya que permite que el padre se vincule con el bebé alimentándolo.
La leche materna debe tener prioridad sobre cualquier otro tipo de leche, pero la dieta también puede incluir tanto la leche materna como la fórmula para cuando la leche materna no está disponible.