La persuasión se ha definido como el acto de hacer que las personas hagan o crean algo o adopten un determinado pensamiento o acción. También puede referirse a un tipo particular de creencia o forma de pensar.
Por otro lado, las ideas o declaraciones que a menudo son falsas o exageradas para ayudar a una causa o persona se conocen como propaganda. Aunque la propaganda utiliza estrategias persuasivas, estas estrategias difieren en propósito e intención.
Si bien la persuasión se trata de ayudar a otros a actuar o hacer algo que es correcto y creíble, la propaganda se trata de decir cosas que no son ciertas y, por lo tanto, implica engañar a las personas. No sería incorrecto definir la propaganda como el intento deliberado y metódico de dar forma a las percepciones y manipular los pensamientos y comportamientos para recibir la respuesta deseada.
Debido a la competencia extrema y a las tácticas de marketing despiadadas, las compañías de relaciones públicas y el personal de marketing y ventas dependen de la propaganda para vender sus productos y manipular los pensamientos e ideas de los consumidores.
Aunque tanto la persuasión como la propaganda trabajan para alterar las opiniones e ideas de las personas, existen diferencias significativas que las distinguen. El objetivo de la propaganda es solo satisfacer las necesidades del propagandista, mientras que la persuasión se preocupa más por el beneficio mutuo tanto del persuasor como de los que están siendo persuadidos.
La propaganda es una forma extrema de persuasión e incluso obliga a otros a aceptar un mensaje unilateral, incluso si carece de evidencia suficiente para respaldar sus afirmaciones, mientras que la persuasión les da a los demás suficiente espacio para decidir, basándose en las opiniones y la información que se les proporciona.