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El lugar de Castellfollit es mencionado en los documentos desde finales del siglo XI, y en 1110 ya aparece la mención la roca de Castellfollit (“ipsam rupem de Castrofollit in Bisullunense”) dentro de los dominios de los vizcondes de Bas. Este primitivo castillo ha sido identificado con unos restos de fortaleza llamados la Torre (quedan la cisterna y trozos de pared) ya a la derecha del Turonell, en el sur de la villa, dentro del término de Sant Joan les Fonts, y también con la casa fuerte mencionada ya dentro del núcleo (Can Castells). En todo caso, el castillo fue infeudado por los vizcondes de Bas a Ramon de Colltort (1193) y en 1280 la vizcondesa Sibila lo vendió al rey Pedro el Grande, pero éste infeudó nuevamente el castillo a los vizcondes en 1315 (ahora vizcondes de Empúries) hasta que en 1339 Pedro el Ceremonioso lo incorporó otra vez a la corona.

La población se convirtió después, a finales del siglo XIV, en el centro de la baronía de Castellfollit de la Roca, jurisdicción feudal que en 1515 comprendía los términos de Castellfollit, Castellar de la Montanya, Montagut, Sant Joan les Fonts y Begudà. Inicialmente estuvo vinculada a la familia de los Santapau y pasó por matrimonio (hacia 1460) a los Cruïlles de Santapau, que a finales del siglo XVI recibieron la baronía de Llagostera (Selva) y el título de condes de Montagut. Pasó por herencia, en 1701, a Rafaela de Negrell, y después a los Bou y a los Croix.

La villa vieja, que se encontraba amurallada en sus puntos accesibles, sufrió varios incidentes a lo largo de los siglos. Después de los terremotos de 1428, ya mencionados, en los que fue prácticamente destruida, sufrió una revuelta en la segunda mitad del mismo siglo XV, cuando la villa y el castillo fueron ocupados por las fuerzas de los «pagesos de remença» desde 1462 hasta finales de 1485.