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El Castillo de Agramunt es una majestuosa fortaleza situada en Agramunt (Urgell) y reconocida como un importante tesoro cultural nacional. Se alzaba en la cúspide de una colina conocida como Colina del Castillo, en la parte occidental del casco antiguo de la localidad, a unos 300 metros del borde del río Sió. De origen musulmán, fue conquistado en el año 1070. Se encontraba enclavado en una pequeña elevación en el corazón del pueblo, donde actualmente se halla un depósito de agua.
Las escasas ruinas que han llegado hasta nuestros días de esta fortaleza y su recinto amurallado se encuentran en la mencionada colina del castillo. En sus inicios, fue una torre defensiva que posteriormente se amplió y transformó en un castillo. Estaba compuesto por dos estructuras coronadas por una torre principal y rodeadas por dos anillos de murallas. Solo se han conservado dos tramos de muralla, que fueron desenterrados en 2014. Estos fragmentos están construidos con piedra tosca y mortero, y se asientan sobre la roca. En el siglo XVII, el castillo fue demolido y sus piedras se reutilizaron en otras construcciones, entre ellas la Capilla de los Socorros del templo parroquial de Santa Maria.
El castillo fue construido o reconstruido en el periodo de mediados del siglo XI, cuando el conde Ermengol III conquistó la villa y la incorporó al condado de Urgell. Fue una posesión de los condes de Urgell, quienes lo mantuvieron bajo su dominio hasta el final del condado a principios del siglo XV. La primera referencia a esta fortaleza se remonta al año 1051, cuando el conde Ermengol III otorgó el castillo de Agramunt a Pere Miró de Ponts, designándolo como castellano. En 1061, Pere Miró estipuló que el castillo sería heredado por su hijo Arnau. En caso de que Arnau falleciera sin descendencia, pasaría a manos de su otro hijo Bernat.
El castillo desempeñó un papel destacado en los conflictos entre el rey Jaume I y los Cabrera por la sucesión del condado de Urgell. En 1236, Jaume I concedió el lugar y el castillo a Ponç de Cabrera, conde de Urgell, otorgándole así su señorío. En 1413, la antigua villa condal, junto con su castillo y su recinto amurallado, capituló ante las fuerzas de Ferran d’Antequera, tras un intento de defensa de los derechos condales de Jaume II el Desafortunado en los enfrentamientos que surgieron tras el Compromiso de Caspe. A partir de entonces, el castillo pasó a estar bajo dominio real. Fue demolido en el siglo XVII por los franceses, y sus piedras fueron utilizadas en la construcción de otros edificios, incluyendo la Capilla de los Socorros del templo parroquial de Santa Maria.