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Las piezas arqueológicas muestran un pasado remoto, rico y diverso: asentamientos paleolíticos del monte Rigau y la villa romana de Montfullà; poblado ibérico y campo de silos de Estanyol, castillos medievales de Bescanó; capillas y masías prerrománicas de Vilanna. Previven topónimos íberos como Taceram (Ter) y visigóticos como el caserío Wualard de Trullars. Las parroquias medievales se estructuran durante la alta edad Media sobre cuatro villas romanas: Vilanna, Montfullà, Estanyol y Bescanó.
El dominio condal se mantiene en Montfullà y Bescanó, pero los endeudamientos de los reyes hacen que los burgueses de Girona compren rentas y funden masías donde se refugiarán del hambre de 1333 y la peste negra de 1348.
Los edificios fueron dañados por los terremotos de 1427. Los nuevos estados europeos presionaron a Cataluña. Gerona es fortificada para guardar la entrada a la península. Bescanó comparte los continuos asedios sobre la ciudad, la defensa, la destrucción y la sangría de los tributos que reclaman tanto la ciudad como los enemigos asediados.
Durante las guerras carlistas en Vilanna se produjeron los fusilamientos sumarísimos de carlistas (1851) que precipitaron la abolición del cuerpo de los mossos d’esquadra. Entre la segunda a tercera guerra carlista se implantan las escuelas públicas de Bescanó y Estanyol.
A finales del siglo XIX Bescanó empieza a salir del Antiguo Régimen: en 1880 se construye la carretera nacional y en 1893 el tren Girona-Olot. Grober y Bonmatí ponen puentes sobre el Ter para acceder a las fábricas textiles, símbolo del cambio y progreso socioeconómico del siglo XX.
Estalla la guerra civil, y en Bescanó y Estanyol se forman comités antifascistas que asumirán las tareas de defensa y gobierno municipal hasta conseguir el control político del ayuntamiento.
En los años 60 del siglo XX, se desarrollan industrias cárnicas, comercios, talleres… que atraen a la inmigración de los alrededores. Crece el ensanche y se edifican los primeros pisos en el barrio obrero.
Desde los años 1980, se aprovecha el impulso económico del entorno metropolitano de Girona, que se traduce en un crecimiento urbanístico y poblacional, sostenido y sostenible, dotado de todos los servicios públicos que se pueden tener y mantener.