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El castillo de Cervelló es un baluarte defensivo del antiguo camino del Ordal, alzado sobre un espolón. Fue derribado en 1714 por orden de Felipe V. Quedan algunos muros, y las ruinas de algunas edificaciones, entre ellas los restos de la antigua capilla del castillo. Está documentado desde el año 904, aunque los restos que nos han llegado pueden ser de los siglos X o XI. Una de las estancias mejor conservadas -la gran cisterna- se encuentra en un lugar más bajo (el recinto jusano). Está parcialmente excavada en la roca y conserva parte de la bóveda apuntada. En los alrededores de los escombros, excavados en la roca, pueden verse los encajes de antiguas construcciones, así como aljibes y una cisterna redonda.
La Iglesia de Santa María de Cervelló está documentada desde principios del siglo X. En aquella época era sólo una capilla prerrománica, dedicada a la Santa Cruz, a san Esteban y a san Dalmau, y dependía del monasterio de Sant Cugat. El edificio que nos ha llegado debió de ser construido hacia finales del siglo XI. Está hecha con piedra local, de color rojizo, y consta de una nave cubierta con bóveda de cañón y copa con un ábside semicircular. Éste está dividido interiormente en tres nichos con arco de punto redondo, separados por semicolumnas, y abiertos con sendas ventanas de doble derrame. Exteriormente está adornado con lesenas y arcuaciones lombardas. Destaca especialmente el cimborrio, ochavado, con cúpula y conchas, decorado exteriormente de forma similar al ábside. La puerta, con frontón triangular, es renacentista, y debió ser añadida alrededor del año 1580. Al mismo tiempo se construyeron dos capillas laterales, cubiertas con bóveda de crucería. El autor de esta reforma fue Lleonard Bosch, el mismo que hizo la iglesia de Begues.