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Nos aventuramos en el Segrià, una comarca ubicada al oeste de Cataluña y atravesada por el río Segre. Sus tierras fértiles en la huerta y extensas plantaciones en secano le confieren gran parte de su identidad.
Como viajeros curiosos, nos dirigimos hacia la ciudad de Lleida, capital del Segrià, donde los vestigios de diferentes culturas han dejado su huella a lo largo de la historia. Desde los tiempos de los íberos, pasando por la época romana, la influencia musulmana y finalmente el dominio cristiano en el siglo XII. Protegida por los soberanos catalanes, Lleida fue hogar de la primera universidad de Cataluña, el Estudi General, que desempeñó un papel crucial en todos los conflictos y acontecimientos históricos del país.
Adentrándonos en la esencia de la comarca, descubrimos que la economía del Segrià se ha basado tradicionalmente en la actividad agrícola, ganadera y en la próspera industria agroalimentaria. La ciudad de Lleida se convierte en un centro de servicios supracomarcal con una fuerte influencia en la región de Aragón.
El paisaje que se despliega ante nuestros ojos es una tierra de contrastes, donde tres colores dominan el entorno. El color pardo de las zonas yermas de la comarca, donde los agricultores trabajan incansablemente para cultivar olivos, viñedos, cereales y frutales en secano, muestra el esfuerzo generacional por mantener viva la tradición. El verde, presente en las tierras regadas por el Segre y los canales de Urgell, nos sumerge en la belleza de los huertos y la exuberancia de la fruta dulce que crece en estas tierras. Y por último, el color vibrante de la ciudad de Lleida, que se convierte en el epicentro social y cultural de la comarca, nos invita a sumergirnos en su animada vida urbana. Esta paleta tricolor nos acoge en el Segrià, donde encontramos un valioso patrimonio inmaterial ligado a las tradiciones agrícolas y al culto al territorio.
Continuamos nuestro recorrido y llegamos a Almacelles, un lugar que merece una parada en este viaje por el patrimonio inmaterial de la comarca. Sus calles, dispuestas de manera racional en una retícula cuadriculada, revelan el diseño urbano planificado en el siglo XVIII durante la época de la Ilustración. Almacelles se destaca como un ejemplo único de planificación urbana en el país, convirtiéndose en un centro de debate sobre el diseño de las ciudades. La visita al Museo de Arquitectura y Urbanismo Josep Mas Dordal nos brinda las herramientas necesarias para reflexionar sobre este fascinante tema. Como contrapunto a este patrimonio arquitectónico, nos adentramos en Torrebesses, donde podemos apreciar la sencillez y la belleza de la piedra seca. Este pueblo ha preservado un amplio catálogo de construcciones locales, como paredes de márgenes, cabañas y aljibes, que nos asombran con la eterna armonía de las piedras cuidadosamente colocadas. Es una lección de paciencia y técnica transmitida de generación en generación por los agricultores del Segrià, y ahora podemos admirar estas construcciones escondidas por todo el territorio.
El vínculo entre el pueblo y la tierra en el Segrià es ancestral, y esto se hace evidente en las festividades populares. Durante la Fiesta Mayor de Santa Quiteria en Corbins, presenciamos una celebración en la que las mujeres son las protagonistas. Una comitiva femenina, en representación de las fuerzas vivas del pueblo, desfila con una torta en la cabeza que se reparte después de ser bendecida en la iglesia. El pueblo entero se une para reafirmar año tras año su compromiso con la tradición de honrar a su patrona. La comarca reconoce el valor de su historia y lo celebra en fiestas que son un homenaje a los linajes que la han conservado a lo largo del tiempo. En Puigverd de Lleida, los vecinos se unen cada año para representar la leyenda de San Jorge. Esta representación emocionante reúne a familias y amigos en una escenificación llena de emoción que nos muestra el valor de la comunidad. En Almenar, nos transportamos en el tiempo con el Mercado Medieval, una celebración que conmemora la concesión de la carta de población por parte del conde Ramon Berenguer IV. El pueblo se llena de escenificaciones, artesanos y platos típicos que nos permiten revivir la historia como si fuera una auténtica fiesta. Sumergiéndonos en este ambiente de alegría y compartiendo la mesa con los sabores tradicionales, nos dirigimos a Alpicat para vivir la devoción por los platos maternos en la Fiesta de la Catxipanda. Durante esta festividad, las peñas del pueblo preparan y saborean un plato local elaborado con tesoros de la tierra como conejo, caracoles, cerdo, pimiento, tomate, berenjena y cebolla. Descubrimos que este es el sabor que representa al pueblo, una manifestación culinaria que refleja la unión entre el Segrià y su tierra.
El Segrià nos invita a explorar su patrimonio cultural, sus tradiciones arraigadas y sus paisajes diversos. Es un viaje que nos sumerge en la historia, la arquitectura, la naturaleza y los sabores de esta comarca llena de encanto. Cada rincón nos revela un pedazo del alma del Segrià, una tierra que ha sabido preservar sus raíces y compartir su legado con quienes la visitan. Nos despedimos de esta tierra de contrastes, llevando con nosotros la riqueza de sus experiencias y el recuerdo de su autenticidad.