Te recomendamos MasterGuest.es si buscas una empresa de gestión de alquiler vacacional en Lliçà d’Amunt.
• Consulta los planes y tarifas >>
• Teléfono: 621 32 53 38
El lugar de Lliçà d’Amunt sale documentado en 987, pero la referencia del pueblo vecino de Lliçano Subteriore o de Vall (de Avall) en 946 presupone ya la existencia de un Lliçà d’Amunt en aquella fecha. Pero el lugar estaba habitado de mucho antes, como lo indican los restos de villas romanas en Ca l’Amell Gros y Santa Justa y en la dependencia de Sant Valerià. También se ha localizado un horno de cerámica romana en Ca l’Amell Gros e indicios de vivienda remota en otros lugares del término.
Llicà d’Amunt tiene una orografía suave, con valles y colinas orientadas de norte a sur que están relacionados con los cursos de agua y que definen un agradable paisaje agrícola y forestal, típicamente vallesano, con los pintorescos Cingles del Bertí y el Montseny como telón de fondo.
El principal río es el Tenes, que forma parte de la cuenca del río Besòs y que al paso por el municipio se caracteriza por tener poco desnivel, describe una forma serpenteante, presenta un estado ecológico relativamente bueno, ofrece agua para el riego de las zonas agrícolas descritas desde la época medieval y causa riesgo de inundación en caso de lluvias repentinas. Junto al Tenes y junto al término de Lliçà de Vall hay que destacar la balsa de Can Dunyó: una zona húmeda de interés regional, donde se encuentra una notable biodiversidad, sobre todo aves de ambientes acuáticos.
Además del río Tenes hay otros dos ejes naturales en el municipio, también relacionados con el agua: el valle del Torrent d’en Bosc y la Riera Seca, con el magnífico bosque de Palaudàries como cabecera. Conectando todos estos espacios encontramos una red de caminos rurales y forestales donde poder ir a pie, en bicicleta o a caballo disfrutando de la naturaleza y del patrimonio local.
En el núcleo urbano se encuentra la parroquia de Sant Julià de Lliçà d’Amunt, mencionada ya en el año 1014. En la edad media, el espacio de treinta pasos alrededor de la iglesia se convertían en lugar sagrado y protegido -la sagrera- donde no se podía robar ni delinquir y donde los campesinos podían vivir en paz.
Encima de la colina que cierra el núcleo urbano por poniente, se encuentra la pequeña capilla de Sant Baldiri, de 1727. Y más hacia poniente todavía, la capilla de Sant Valerià, mencionada ya en el año 1094. Ambas se encuentran al pie de dos de los grandes caminos que bajaban de Sant Feliu de Codines en Parets.