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La Iglesia de Santa María de Platja d’Aro fue construida entre 1953 y 1959 en un solar cedido por Pere Bas i Sábat. Tiene un estilo popular, con referencias a la arquitectura típica del municipio. Destaca el campanario de planta circular, similar a las torres de defensa de muchas masías de los alrededores. Tiene una cabecera triabsidal y un frontis con porche y portal de dintel monolítico.
S’Agaró es un conjunto urbanístico excepcional porque constituye la expresión más nítida, y mejor conservada, del espíritu del novecentismo en Cataluña. A principios de los años veinte del siglo XX, el espacio comprendido entre la bahía de Sant Pol y la playa de Sa Conca era un terreno virgen. De hecho, no tenía ni nombre, se llamó S’Agaró por el nombre del arroyo que pasaba. Fue Josep Ensesa Gubert quien promovió la urbanización del lugar, entendido como una comunidad de chalés sólo accesibles para la alta burguesía catalana.
La primera casa, Senya Blanca, fue construida en 1922 y, poco a poco, todo el conjunto se llenó de pórticos, arcadas, terrazas, ventanales antiguos… todo inspirado en la voluntad de retorno a la arquitectura popular, en el mediterranismo y en las referencias clásicas tan preciados por el novecentismo. Rafael Masó fue el arquitecto que proyectó gran parte de los chalés y la mayor parte de los elementos urbanos del conjunto: plazas, escaleras, equipamientos, etc. Su labor fue continuada por Francesc Folguera y posteriormente por Adolf Florensa.
El Camino de Ronda, diseñado por Folguera, que sigue la urbanización por la costa, entre las playas de Sant Pol y Sa Conca, es un paseo ineludible, que permite la contemplación de la fachada marítima de algunos de los chalés más representativos del conjunto residencial.