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La Torre Balldovina es una torre de planta circular de época románica adosada a la masía, actualmente sede del Museu Municipal. Es una torre de vigilancia y defensa, de planta circular, que está documentada desde el año 1020. El aparato constructivo está compuesto de pequeñas piedras y sillares irregulares y está coronada por almenas, modernamente restauradas. Entre los siglos XIII y XIV perdió el carácter militar y se le añadieron nuevas dependencias de uso agrícola y residencial. Hacia finales del siglo XV fue ampliada con un edificio curvilíneo alrededor de la torre primitiva. Durante el siglo XVIII, siendo propiedad de la familia Riber-Segarra, fue transformada en una residencia noble de planta baja y dos pisos.
El Mercado de Santa Coloma es una obra del año 1932 proyectada por el arquitecto municipal de la época, Josep Alemany. Es un edificio rectangular con fachadas que combinan el enlucido y el ladrillo visto, con elementos decorativos de piedra y cerámica vidriada. Por su composición y tipos de ornamentación podría calificarse entre el novecentismo y el racionalismo.
Durante los últimos años del siglo XIX y dentro del contexto del primer gran ensanche urbano se configura urbanísticamente la plaza de la Vila, presidida por el edificio del Ayuntamiento, en los terrenos conocidos como la era de Can Pascali (una importante masía del siglo XIV, desgraciadamente desaparecida). Desde 1886 este espacio urbano ha tenido siempre el carácter de núcleo centralizador del municipio y ha experimentado a lo largo del tiempo numerosas transformaciones. La Casa de la Villa, el juzgado-prisión y una escuela, junto con Can Altés y algunas casas más, formaban el primer núcleo de edificios. En 1915 se urbanizó la plaza pública, y en 1916 se construyó el campanario, para ubicar un reloj adquirido por suscripción popular. En cuanto al Ayuntamiento, el aspecto actual es fruto de las reformas realizadas en los años 1943 y 1982, que han modificado notablemente su imagen original. El edificio actual presenta una fachada muy sobria, ennoblecida sólo con el juego de arcadas del portal y del balcón, y con la balaustrada seguida sobre la cornisa. El único elemento que sigue ejerciendo el papel de símbolo de la ciudad es el reloj que preside el campanario, bajo el que existe un relieve con el escudo del municipio.