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Las comarcas ampurdanesas reúnen en su territorio tres atributos clave para quienes desean emociones fuertes: un viento que a menudo sopla muy fuerte, una costa muy escarpada y una cordillera de primer orden que aquí llega hasta el mar, los Pirineos. A partir de ahí, el abanico de posibilidades es grande. Las actividades de vela para quienes buscan experiencias extremas son múltiples. En la costa se puede hacer kayak, una embarcación pequeña que permite adentrarse entre las rocas agujereadas y visitar de cerca todos los rincones. O realizar escaladas, una actividad cada año más presente en los acantilados rocosos de la costa ampurdanesa.
Las especiales condiciones de viento hacen de las playas de Sant Pere Pescador la meca ampurdanesa del kitesurfing. Si te gusta volar y navegar a la vez, tendrás que probar esto.
El verano es época de disfrutar del mar con los niños. Pero no es necesario limitarse a las actividades más clásicas. Aparte de hacer algún curso de vela, hay otras actividades en el mar muy bonitas para hacer en familia, especialmente las excursiones marítimas por la costa y todo lo que tiene que ver con la navegación tradicional.
En todo el litoral ampurdanés, el camino de Ronda, que bordea el mar y une las playas, siempre es un paseo bonito y accesible para toda la familia. El Empordà es grande y diverso. En el interior también hay una amplia oferta hípica, por ejemplo, y vías verdes para recorrer el territorio (a pie o en bicicleta) con poco desnivel para los más pequeños.
Aunque la Costa Brava es de difícil acceso por naturaleza, se trata de un territorio más preparado que otros para personas con movilidad reducida. Por norma general, las playas del Baix Empordà tienen más facilidades naturales que las del Alt Empordà para las personas que van en silla de ruedas, ya que la orografía es más suave. Sin embargo, las playas de cantos rodados no tienen el inconveniente de la arena para las sillas. Y en Roses, especialmente, existen diferentes playas bien adaptadas. La Ruta del Tren Petit, que va de San Juan de Palamós a Palafrugell, por ejemplo, es un camino especialmente llano y sin barreras de sólo seis kilómetros.