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La Ermita de Santa Lucía es una iglesia románica restaurada, situada en el noreste del pueblo, accesible desde la carretera de Cantallops. Está documentada desde el siglo X como perteneciente al alodio de Solans y bajo la advocación de san Miguel. Durante un tiempo tuvo la condición de parroquial pero hacia el siglo XVII pasó a depender de Santa María de La Jonquera y cambió la advocación por la de santa Lucía. El edificio actual pertenece al románico tardío. Consta de una sola nave, cubierta con bóveda apuntada y copa con un ábside semicircular. Está construida con sillares de granito, bien cortados y alineados. La portada está en la fachada del sur, y está formada por tres arquivoltas en degradación, con guardapolvo exterior y sin ornamentación. En la fachada de poniente hay un pequeño campanario de espadaña. El ábside presenta una interesante ventana de doble derrame, con guardapolvo y cinta con dientes de sierra. Adosada a la casa se encuentra la hospedería o casa del ermitaño, construida muy posteriormente, probablemente en el siglo XVIII. Se celebra un encuentro el lunes de Pascua de Pentecostés. No muy lejos de la ermita está la masía de Santa Lucía, que fue de las más importantes del término, ahora en ruinas.
Se puede decir que La Jonquera es básicamente una calle, la calle Mayor, que configura un núcleo urbano estrecho y alargado que se corresponde con el antiguo Camino Francés que seguía el curso de la Vía Augusta romana. El Tratado de los Pirineos (1659) que redujo por el norte el territorio de Cataluña, convirtió a La Jonquera en un pueblo fronterizo. Y con la instalación de la aduana se inició su desarrollo urbano. Esto se pone de manifiesto en muchos edificios de la calle Mayor, alzados hacia finales del siglo XVII y durante todo el XVIII, que conviven armónicamente con otras casas del XIX y de principios del XX. Por lo general son viviendas entre medianeras, de planta baja y dos pisos, con puertas y ventanas enmarcadas con sillares de piedra.