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En la bahía de Llafranc, frente a su larga playa, surgió a partir del siglo XVIII un pequeño barrio de pescadores que se extendió a ambos lados, especialmente a partir de las últimas décadas del siglo XIX y principios del XX, con la construcción de las primeras viviendas de veraneo y posteriormente con la llegada del turismo, entre 1930-50, época en la que se produjo el mayor crecimiento. El lugar ya había estado habitado en época prerromana y posteriormente, hasta el siglo IV d.C., tal y como lo demuestran los numerosos hallazgos arqueológicos que se han producido.
En el extremo de poniente de Llafranc, sobre la playa, hay varias casas construidas durante los años veinte del siglo XX como residencias de veraneo, en un estilo homogéneo enmarcado en el noucentisme, pero muy influido por la arquitectura tradicional catalana. Destaca especialmente Can Capella, en lo alto del acantilado, formada por varios cuerpos y con una característica torreón-mirador. Villa Anita es otra de las casas a mencionar, caracterizada por su decoración de terracota, del año 1930.
La Iglesia de Santa Rosa está dedicada a Santa Rosa de Lima, según Josep Pla, en honor a una veraneante que contribuyó a la obra y que se llamaba Rosa. Fue inaugurada en 1897, pero su aspecto actual se debe sobre todo a las ampliaciones de los años 1948 y 1958. Es un edificio de tres naves, con cabecera poligonal y campanario de torre. La fachada conserva el aspecto original, con portal rectangular enmarcado en piedra y ventanal geminado. El ábside está decorado con pinturas alusivas a la vida de la santa patrona, obra de Guillermo Soler (1945).