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El clima de Menorca sigue el patrón mediterráneo marítimo y templado, siendo prácticamente homogéneo en toda la isla debido a la ausencia de grandes barreras orográficas. La temperatura promedio anual se sitúa en 16,8°C, con mínimas y máximas de 10° y 1°C en enero, y de 24° y 5°C en agosto. Respecto a las precipitaciones, Menorca registra el índice más alto de las Baleares, con 654 mm al año, distribuidos de forma irregular entre un otoño lluvioso (octubre-noviembre) y un invierno regular (diciembre-febrero), que representan la estación húmeda, contrarrestados por una primavera escasa en lluvias, especialmente en mayo, y un verano con escasas lluvias en julio.
La lluvia, vital para la agricultura debido a la carencia de aguas subterráneas, se complementa con la humedad ambiental, promediando un 72% anual, condensándose para generar rocío o humedad matutina, efectiva en periodos secos. El cielo se divide en 44 días despejados, 220 nublados y 101 con lluvia. El promedio anual de horas de sol alcanza las 2.442, con una insolación relativa del 55%, promediando 6 horas y 41 minutos diarios.
El viento ejerce un impacto profundo en la vegetación. La tramontana del golfo de León, seca y fría, predomina con una velocidad media de 23,1 km/h y ráfagas superiores a 100 km/h en momentos específicos (sopla de septiembre a abril, con su punto álgido de 260 horas en enero). En verano, la tramontana alterna con el gregal, y en invierno con el mestral. Los vientos húmedos son el levante y el lebeche, este último portador de lluvias. El xaloc y el mediodía estival, cálidos y húmedos, traen los vientos cálidos del norte de África. Aun con periodos de vientos fuertes, también son comunes periodos de calma, como las sequías de enero, que a mitad de mes generan un tiempo soleado inusual.
La hidrografía menorquina es modesta, al no favorecer el relieve la existencia de corrientes fluviales permanentes. El régimen esencialmente torrencial tiene cursos rápidos en la vertiente septentrional y más suaves en la meridional. Algunos desembocan en barrancos abiertos en terrenos terciarios, formando meandros alimentados por el flujo fluvial y la marea, como los ríos Aljandar, Son Bou, des Gorg y Trabalúger, cuyas aguas son aprovechadas en huertos cercanos. También se elevan aguas subálveas en estos barrancos. La utilización hidrológica del subsuelo varía, con las mejores aguas provenientes del Mioceno y Triásico superior, muy duras y salinas, pero aptas para riego, mientras las del Carbonífero y Cuaternario son inutilizables.