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La Basílica de Santa María es uno de los primeros edificios religiosos del gótico catalán. Fue iniciado en el año 1285, en un período de gran prosperidad para la villa, sustituyendo una iglesia románica del siglo XII. En el exterior del ábside se conserva la primera piedra de la reconstrucción, con una inscripción grabada. La edificación tuvo varias fases, hasta la consagración del año 1484. Del siglo XIII es la puerta lateral, de tradición románica, con restos de policromía, así como el campanario ochavado. La cripta es del siglo XVI. En 1753 se derrumbó la bóveda, que fue reconstruida poco después. La capilla del Santísimo Sacramento es del siglo XIX, decorada con frescos de Lluís Maria Güell en 1909. La fachada, con las dos torres, es neogótica, de 1903. La basílica consta de una sola nave, muy ancha, dividida en cinco tramos cubiertos con bóveda de crucería, y con sendas capillas laterales separadas por contrafuertes muy gruesos y cubiertas con bóveda apuntada. El ábside es poligonal, con contrafuertes interiores.
La cripta fue construida entre los años 1558 y 1561, bajo el presbiterio. Está cubierta con bóveda de crucería muy rebajada, de gruesas nervaduras. Cuando se levantó el pavimento del presbiterio, al hacer la cripta, se encontró una cajita de bronce con reliquias de Santiago Apóstol, San Lorenzo mártir y San Francisco. Destacan las claves de vuelta renacentistas. El conjunto escultórico que preside la cripta es un descenso de la Cruz, obra de Josep Llimona, de 1916, hecho con mármol de Carrara. También está el altar de san Félix, con dos ángeles en los pies, obra coetánea del mismo autor.