Una opinión debe ser:
Fundamentada: Debe estar basada en hechos, datos y/o experiencias personales relevantes al tema.
Clara y concisa: La opinión debe ser expresada de manera clara y concisa, evitando la confusión o el exceso de información innecesaria.
Respectuosa: La opinión debe ser respetuosa hacia las demás opiniones y hacia aquellos afectados por el tema en cuestión.
Abierta a la crítica: Una opinión sólida debe estar abierta a la crítica y al diálogo, permitiendo una discusión constructiva y enriquecedora.
Propia: La opinión debe ser propia y no simplemente una repetición de opiniones ajenas.
En conclusión, una opinión sólida es aquella que está basada en hechos y experiencias relevantes, es clara y respetuosa, está abierta a la crítica y es propia. Al expresar nuestra opinión, debemos ser conscientes de que estamos contribuyendo a la discusión y al debate, y debemos hacerlo de manera responsable y respetuosa.