Una meseta es una extensión de terreno relativamente plana y elevada en relación con su entorno. Se caracteriza por tener pendientes suaves y escarpadas en sus bordes.
Hay varias formas en las que las mesetas pueden formarse, dependiendo de las condiciones geológicas y geomorfológicas específicas de una región. Algunas de las formas más comunes en las que se forman las mesetas incluyen:
Erosión: La erosión puede formar mesetas al desgastar y erosionar gradualmente las capas de roca de una región, dejando una capa superior de roca más resistente.
Levantamiento tectónico: El movimiento de las placas tectónicas puede causar el levantamiento de una región, formando una meseta.
Deposición: La acumulación de sedimentos puede formar una meseta al elevar gradualmente el nivel de una región.
Volcanismo: El volcanismo puede formar mesetas al depositar capas de ceniza y roca volcánica sobre una región.
En general, las mesetas son una característica común de muchas regiones montañosas y son el resultado de procesos geológicos y geomorfológicos complejos que tienen lugar a lo largo de muchos millones de años.