El partido final de la Copa del Mundo de 1950 es conocido como «Maracanazo». Jugaron las selecciones de Brasil y Uruguay.
El silencio se apoderó del Estadio de Maracaná (Brasil) a las 16 horas y 50 minutos del 16 de julio. Brasil necesitaba un empate. Empezó el partido ganando y lo acabó perdiendo por 2 a 1. Desolados, los casi 200 mil aficionados tardaron más de media hora en abandonar el estadio. El equipo brasileño hizo treinta remates a puerta (diecisiete en el primer tiempo y trece en el segundo). El equipo uruguayo jugó tres partidos de fútbol en la Copa Rio Branco contra Brasil unos meses antes de la Copa del Mundo, que acabó con dos victorias brasileñas (2-1 y 1-0) y una uruguaya (4-3). Así, la diferencia de calidad entre los dos equipos no fue excesiva, aunque la superioridad del ataque brasileño era visible.
En el intento de encontrar un culpable por la derrota de Brasil, los supersticiosos de turno culparon el cambio del lugar de concentración en la víspera de la final, o aún culpan al uniforme, alegando que éste dio mala suerte a la selección. A partir de ahí, la selección abandonó el blanco y pasó a jugar con su clásico uniforme amarillo. Otros culpan a Flávio Costa por las 2 horas de misa impuestas por el entrenador a los jugadores que rezaron de pie en la mañana del partido.