Los seres humanos compartimos una gran cantidad de semejanzas genéticas con otros animales, especialmente con los primates. Por ejemplo, el genoma humano y el genoma del chimpancé son muy similares, con un 98,7% de identidad en el ADN. También compartimos un gran porcentaje de identidad genética con los gorilas y los orangutanes.
Además de los primates, los humanos también compartimos cierto grado de similitud genética con otros mamíferos, aves, reptiles y hasta con algunas plantas. Por ejemplo, el genoma de la levadura es similar en un 30% al genoma humano. Esto sugiere que existen procesos biológicos básicos que son comunes a todos los seres vivos y que han evolucionado a lo largo del tiempo.
La similitud genética entre las diferentes especies también se utiliza para estudiar la evolución y el parentesco evolutivo entre los organismos. El ADN mitocondrial es especialmente útil para estos estudios, ya que se transmite de madre a hijo y cambia poco a lo largo del tiempo.
En resumen, los seres humanos compartimos un gran porcentaje de similitud genética con otros animales, especialmente con los primates. La similitud genética entre las diferentes especies también se utiliza para estudiar la evolución y el parentesco evolutivo entre los organismos.