Las fuentes históricas son los materiales o documentos que se utilizan para investigar y estudiar el pasado. Se pueden clasificar en dos categorías principales: fuentes escritas y fuentes no escritas.
Las fuentes escritas son aquellas que han sido registradas en papel, pergamino, piedra u otros materiales duraderos. Estas fuentes incluyen diarios, correspondencia, registros gubernamentales, periódicos, libros y documentos legales. Las fuentes escritas pueden proporcionar información precisa y detallada sobre eventos, personas y lugares en el pasado, y son una herramienta valiosa para los historiadores.
Las fuentes no escritas, por otro lado, son aquellas que no han sido registradas en un formato permanente. Estas incluyen objetos arqueológicos, monumentos, restos de edificios y artefactos culturales. También incluyen tradiciones orales, como leyendas, canciones y cuentos que se han transmitido de generación en generación de manera oral. Las fuentes no escritas pueden proporcionar una comprensión más profunda y subjetiva de la cultura y las creencias de una época y son esenciales para la reconstrucción de la historia.
Ambas fuentes escritas y no escritas son importantes para los historiadores y deben ser consideradas al investigar y estudiar el pasado. Las fuentes escritas ofrecen información objetiva y detallada, mientras que las fuentes no escritas proporcionan una visión más subjetiva y cultural de la época. Es importante utilizar una combinación de ambas fuentes para obtener una comprensión completa y precisa de la historia.
En conclusión, las fuentes escritas y no escritas son herramientas valiosas para los historiadores que buscan investigar y estudiar el pasado. Ambas deben ser consideradas y utilizadas de manera equilibrada para obtener una comprensión completa y precisa de la historia.