La alfalfa se cosecha cuando está en plena floración, ya que en ese momento tiene un mayor contenido de proteína y nutrientes. La cosecha se suele realizar con maquinaria especializada, y puede hacerse a mano en caso de cultivos pequeños o en zonas de difícil acceso.
La cosecha de la alfalfa se suele realizar en verano o en otoño, dependiendo del clima y de la zona en la que se encuentre el cultivo. En zonas más cálidas, la alfalfa puede estar lista para la cosecha a principios de verano, mientras que en zonas más frías puede tardar hasta finales de otoño.
Es importante seleccionar el momento adecuado para la cosecha, ya que una cosecha demasiado temprana puede resultar en un rendimiento bajo y una menor calidad del producto, mientras que una cosecha demasiado tardía puede reducir la digestibilidad de la alfalfa y aumentar el contenido de fibra. Por lo tanto, es importante que el productor siga de cerca el desarrollo del cultivo y utilice pruebas de laboratorio para determinar el momento óptimo de cosecha.